lunes, 26 de marzo de 2012

La semana. La gran semana.

Afrontamos la última semana del mes, del trimestre y, por fin, del Congreso Regional.
El próximo domingo conoceremos la opción elegida por los militantes del PSC-PSOE para iniciar un nuevo tiempo en el socialismo de Cantabria.
Es probable que lo haya repetido en escritos anteriores pero no me importa hacerlo de nuevo. Es el tiempo del cambio, de ilusiones, de proyectos nuevos pero, sobre todo, es el tiempo de volver a la calle. Es el tiempo de la comunicación e información y, cómo no, del socialismo afectivo. Y no es baladí el reto habida cuenta del ambiente de crispación trasladado en estos últimos años.
Es el tiempo de recuperar a los que nos abandonaron hartos de guerras cainitas o los que, simplemente, no entendieron el progresismo lastrado por la crisis y los mercados.
Acabará la semana con  una Huelga General y un trimestre lleno de reivindicaciones de quienes saben que los derechos no aparecieron por generación espontánea y, por tanto, no desean que desaparezca como burdo truco de magia política conservadora.
Y no, no es el tiempo de nosotros mismos, es el tiempo de las personas lastradas por políticas conservadoras que cercenan derechos y libertades a los eslabones más débiles de la cadena y que sólo benefician a los que se han hecho acreedores de favores en forma de políticas absolutamente discriminatorias.
Ya no es una sospecha ni el copago, el repago y el requetepago. No es mentira que haya que pagar por velar a un enfermo en Cataluña, ni que los más enfermos no sólo tengan que sufrir por su dolor sino que tengan que ver cómo sufre también su bolsillo.
Es cierto que se menoscaba a la educación pública en pro de las empresas sostenedoras de mentiras, falacias  e hipocresías.
Pero sobre todo castiga  a los trabajadores. Les cercenan los derechos obtenidos tras años de lucha y reivindicaciones. Y este país sudó cada uno de los derechos y pateó cada logro. La reforma laboral, las infamias y las mentiras que la han sustentado, aparte del castigo de las urnas andaluzas y asturianas, merecen la repulsa de cada trabajador que conoció a su padre, madre, abuelo, abuela y bisabuelo sufriendo gotas de sangre y lágrimas para poder dar a los de hoy los derechos que disfrutan.
Este país ya sufrió la desigualdad generada por las políticas conservadoras que gustan de tener a las mujeres en perfecto estado de sometimiento más allá de discursos que, una vez en la boca, espumarajean cual polvorón al grito de ¡Zaragoza!.
Es verdad que iniciamos la recta final de la semana y que ésta acabará con el Congreso Regional de los y las Socialistas Cántabras. Pero también lo es que, pase lo que pase, lo importante, espero, no seremos nosotros. Serán ellos y ellas, los y las que confiaron, 

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