sábado, 17 de marzo de 2012

PAZ, AUNQUE ESTEMOS DE CONGRESO.

¿Cómo separarnos de los “fragores de las batallas” congresuales para poder recuperar algo de perspectiva y saber cuáles son los motivos que nos tienen que guiar?
No debería ser complicado en momentos en los que el PP ha asolado el país que fue denominado pionero en derechos sociales en los gobiernos de Zapatero. Son momentos de acciones, no de intenciones. Más allá de las manifestaciones, concentraciones y actos reivindicativos hay muchos ciudadanos que esperan del PSOE un partido fuerte en todos sus niveles: local, regional y estatal.
Hay que establecer un orden de prioridades que no confunda aún más al ciudadano. Si lo importante son ellos, los que fueron engañados con un programa tan falso como una moneda de dos caras, los que no entendieron determinados giros en las decisiones de quien  se suponen garante de políticas progresistas, ¿nos podemos permitir el lujo de destapar nuestras propias diferencias internas? Yo creo que no.
Es el PSOE un partido democrático, abierto al debate y crítico consigo mismo en mayor medida que con los demás. Y eso está bien porque nos ayuda a mejorar y a presumir de una democracia de la que otros carecen. Pero cuando la crítica se convierte en flagelación sólo quedan heridas y cicatrices que en los tiempos en que estamos no nos podemos permitir.
Centrémonos de una vez en lo que nos une: un partido más abierto a la sociedad, en la que la escucha activa sea el pan nuestro de cada día, la participación, debate, cercanía, solidaridad y principios socialistas inquebrantables sean el modus operandi. Sumar sin sustraendos y con la capacidad de multiplicar ilusiones, personas y acciones. Entre nosotros y para con los ciudadanos. Tenemos que conseguir difuminar tanto la denostada línea  que no se sepa dónde acaba la política y dónde empieza la sociedad comprometida con valores y deseos de cambio. Que la política sea un instrumento que, en manos de la sociedad, la transforme en progreso.
No es momento para disquisiciones personalistas, tenemos que estar a lo importante y, nos guste o no, no lo somos nosotros: el Repago, las palizas a estudiantes con impunidad para los que las cometen, la quiebra de los derechos de las personas –el aborto es uno de ellos pero el retorno a la violencia en el “ámbito doméstico” nos debería poner los pelos como escarpias-, la desfachatez, las mentiras y un largo etcétera nos debería convertir en actores secundarios de la gran producción que es la ‘defensa de los ciudadanos frente a la mole conservadora’.
Es el tiempo de los colectivos, los proyectos, las uniones. Es tiempo de sumar las voluntades, ilusión pero sobre todo, del trabajo. También lo es de abandonar egolatrías enfermas de agravios y tiempos pasados para transformar esas energías en elementos positivos de participación y debate. Es tiempo de dejar pasar el tiempo de liderazgos cargados de idolatrías para convertirlos en la base de un proyecto en el que abandonamos el folio emborronado para escribir, de forma legible y clara, un proyecto común para los socialistas cántabros.
Yo me comprometo a trabajar con cada uno y una de las compañeras que así lo deseen, me da igual de dónde vino o qué fue porque, estoy convencida que el futuro se empieza a construir hoy sin utilizar el pasado más allá de elemento de referencia de corrección de errores.
Formo parte de un proyecto colectivo que encabeza Rosa Eva Díaz Tezanos que busca lo que yo he descrito anteriormente, en el que voy a contribuir a que eso suceda y en el que el trabajo, ilusión, compromiso, equipo, progresismo y socialismo afectivo sean una constante.
Gane quien gane, por favor, hagamos la piña que nunca debimos romper. No ya por nosotros, sino porque se lo debemos a los ciudadanos y ciudadanas.

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