viernes, 24 de octubre de 2014

Twitter de mis entretelas, Facebook de mi corazón.

Vaya por delante mis disculpas y mi propósito de enmienda a partes iguales. Las disculpas por desatender este blog vencida muchas veces por la falta de tiempo, por la falta de fuerzas y por que, por algún motivo que no alcanzo a comprender, se puede ampliar la memoria de Dropbox, la del disco duro, la de iCloud pero no la de las horas del día. ¡Con lo bien que me venían días de 26 horas en algunas ocasiones!
El propósito de enmienda es dedicar más tiempo y volver a lo que siempre fue una de mis pasiones, poner lo que pienso en papel, a veces con trazo grueso, otras veces con trazo fino y otras -espero que las que menos- hasta con lágrimas de sangre.


Estaba yo pensando en algo que acabo de oír en la cola del supermercado, "las redes sociales son una pérdida de tiempo". Y me he puesto delante de mis espejo ante las redes. En él se han reflejado las mejores personas del mundo, aquellas que encuentras tras muchos años de caminar por caminos paralelos empeñados en no coincidir en una parada del camino y cuyos pasos han convergido en este espacio virtual, removiendo recuerdos y encuentros, volviendo al inicio del camino de la mano de la ilusión y los encuentros.
A veces, esos caminos confluyen hasta el centro del mundo. El de cada uno, o el de ambos.

Otras veces ha mostrado lo peor de la condición humana, es como el peor de los cócteles en el que los ingredientes es la mezcla perfecta entre pecados capitales, inmundicia y estupidez en grado superlativo. Sí, he sufrido con las amenazas y los insultos pero hasta los despojos proporcionan  la posibilidad de darse uno cuenta de cuánto bueno hay por las ondas.

Y luego, están aquellas personas a las que no esperabas encontrar pero que, afortunadamente, aparecieron en esa parte amable de las ondas. Esas con las que, al paso del tiempo y del vivir ocupan una parte importante de tu vida, en las que confías y a las que consideras una prolongación nada interesada de tu propia vida. Hay personas que pasan por tu vida sin dejar huella, pero hay personas que dejan una huella indeleble, miradas que se entienden, silencios cómplices y palabras entrelazadas que alientan esa amistad que uno elige y que es uno de esos patrimonios inmensamente ricos en el currículo vital. Imprescindibles, no por necesidad sino por deseo.

La verdad es que, haciendo balance, soy afortunada. He encontrado a lo peor, pero he reído las alegrías y llorado las penas con los mejores. He vivido la felicidad de las personas a las que quería, he vivido ascensos y descensos, llorado la vida y la muerte. Y lo mejor es que me quedan muchas por vivir, alegrías y tristezas.
Ahora sólo queda disfrutar de aquellos a los que la vida, Twitter de mis entretelas y Facebook de mi corazón, ha puesto en este camino.
Ya cada uno sabéis el lugar que ocupáis. Bienvenidos. Y adiós.

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