domingo, 25 de enero de 2015

Réquiem por esos animales muertos de hambre. No al maltrato animal.

Si la diferencia entre los animales y las personas es la capacidad de sentir, de pensar y de alguna cosa más relacionada con el raciocinio, hay sujetos a los que habría que quitarles el título de personas para dejarlo en una categoría sin definir. Y es que no sé cómo catalogar a quienes dejan morir de hambre a animales, cómo verbalizar la ira que siento de saber que ha habido cerdos, vacas, perros y ovejas que han muerto de hambre, abandonados, sin que nadie velara por ellos.

Ha sido en un “establo pirata”, en el Alto de El Churi, en Camargo, Cantabria.  Y, como siempre, gracias a las denuncias de los particulares que vieron al perro ahorcado.

Tras intervenir el Seprona, lo que allí se vio fue dantesco: cadáveres y animales agonizando.
Como siempre, han sido las asociaciones de protección de animales, los voluntarios, las personas que cuidan de los animales quienes han hecho lo que las administraciones públicas no hacen.


                                                             (Fotos de Celedonio Martínez)

Y es que no daba crédito cuando leía hoy en la noticia de un diario que la Consejería de Ganadería ¡¡no se haría cargo de los animales vivos agonizantes necesitados de comida y de cuidados veterinarios!! ¡¡Que si no fuera por los voluntarios, nadie se haría cargo de los animales en el fin de semana a pesar de saber que hay animales cuya vida cuelga de un hilo mucho más fino que el de las 48 horas de mezquina burocracia!!

¿No se le habrá revuelto a la Consejera de Ganadería el estómago cuando ha sabido la noticia? ¿No se le habrá partido el alma al saber que un perro se ahorcó presa del hambre?

Supongo que no haya visto votos en la posibilidad de ayudar a esos animales, de hacer lo que debe hacer la administración, de velar por los derechos de aquellos a los que dice defender. Y es que hay que recordar que una de las funciones de la Consejería de Ganadería del Gobierno de Cantabria es la de velar por la salud animal, la de garantizar que los animales no sean torturados y que vivan en condiciones adecuadas, ¿no le parece a la señora Consejera que estos animales necesitaban cuidado y protección?

Hace unas semanas la Consejera pedía brindar con leche como forma de potenciar y defender la industria láctea de Cantabria. La vaca muerta por falta de alimento es la mejor de las contradicciones a la política de apariencia y falta de hechos de esa Consejería: la inanición, la inacción, la insensibilidad, la incapacidad y, sobre todo, la falta de empatía.

Desde aquí mi agradecimiento más profundo a las asociaciones de protección animal que velarán por estos seres vivos, mi admiración más honda  aquellos particulares que no permitirán que esos animales que se aferran con un hilo a la vida, dejen de sujetarse por falta de alimento y cuidados.
Tener fe en el género humano se está convirtiendo en utopía en algunos casos. 

domingo, 4 de enero de 2015

Esos empresarios buenos.

No soporto las generalizaciones. Son superiores a mi paciencia. Ni todos los afiliados del PP son como Rajoy –afortunadamente- ni todos los empresarios son robots de frío engranaje llamados a acumular dinero a costa del trabajo de sus empleados, por ejemplo.

En España la gran mayoría de empresarios son dueños de pequeñas y medianas empresas, autónomos que viven sin vivir en sí. Personas que no tienen más ayuda que la de su trabajo, angustia, preocupaciones y poco tiempo para poder pensar en otra cosa que no sea cómo llegar al día de mañana.

He conocido empresarios que lloraban en una mezcla de rabia y desesperación porque tenían que despedir a trabajadores  con los que llevaban toda una vida. He conocido a personas cuya única angustia era garantizar el sustento a sus empleados aunque para ello el suyo propio estuviera el peligro.

Hace unos pocos días, en una finca cercana, admiraba cómo trabajaban unos empleados de la empresa de trabajos forestales de un amigo del que conozco sus ímprobos esfuerzos por mantenerse a flote, por seguir, por garantizar el trabajo y el sustento de su gente.  ¡Qué forma de trabajar! Eficacia, sí, pero en un grupo con una compenetración mucho más que necesaria cuando hasta la propia vida de uno depende de ello.
Y buen rollo, camaradería y cariño a pesar de haber vivido algo que nunca a uno le gustaría ver: cómo un compañero  pierde la vida en un accidente laboral sin que puedas hacer nada por evitarlo. Y un jefe empeñado en hacerles sonreír y hacer más liviana la situación aunque no tuviera ni puñeteras ganas de nada más que de estar rumiando su propia angustia y dolor.

Si algo admiro de Joaquín es el cariño con el que habla de sus empleados, del respeto a sus necesidades, a sus ideas y, sobre todo, a la capacidad de hacer un grupo humano en el que la empatía y el compañerismo es la mejor de las banderas en un tiempo en el que el lema parece ser “sálvese quien pueda”. Comí con ellos el día de la foto. Pese a la tristeza de los duros momentos, descubrí un grupo de personas por el que merece la pena seguir luchando.

Descubrí a un empresario por el que merece la pena hacer de este país un lugar de oportunidades para la buena gente, para las buenas prácticas personales y empresariales.

Y así, cientos y cientos de autónomos y de pequeños y medianos empresarios que hacen lo que pueden por mantener vivo en este país. No cotizan en el IBEX, no tienen grandes campañas de publicidad, pero tienen valentía, tienen principios y, sobre todo, tienen corazón.


El futuro ha de ser de gente como Joaquín y sus chicos. Trabajaremos por ello.

Esta es una de esas fotos que gusta hacerse: una foto con buena gente.