Vaya por delante mis disculpas y mi propósito de enmienda a partes iguales. Las disculpas por desatender este blog vencida muchas veces por la falta de tiempo, por la falta de fuerzas y por que, por algún motivo que no alcanzo a comprender, se puede ampliar la memoria de Dropbox, la del disco duro, la de iCloud pero no la de las horas del día. ¡Con lo bien que me venían días de 26 horas en algunas ocasiones!
El propósito de enmienda es dedicar más tiempo y volver a lo que siempre fue una de mis pasiones, poner lo que pienso en papel, a veces con trazo grueso, otras veces con trazo fino y otras -espero que las que menos- hasta con lágrimas de sangre.
Estaba yo pensando en algo que acabo de oír en la cola del supermercado, "las redes sociales son una pérdida de tiempo". Y me he puesto delante de mis espejo ante las redes. En él se han reflejado las mejores personas del mundo, aquellas que encuentras tras muchos años de caminar por caminos paralelos empeñados en no coincidir en una parada del camino y cuyos pasos han convergido en este espacio virtual, removiendo recuerdos y encuentros, volviendo al inicio del camino de la mano de la ilusión y los encuentros.
A veces, esos caminos confluyen hasta el centro del mundo. El de cada uno, o el de ambos.
Otras veces ha mostrado lo peor de la condición humana, es como el peor de los cócteles en el que los ingredientes es la mezcla perfecta entre pecados capitales, inmundicia y estupidez en grado superlativo. Sí, he sufrido con las amenazas y los insultos pero hasta los despojos proporcionan la posibilidad de darse uno cuenta de cuánto bueno hay por las ondas.
Y luego, están aquellas personas a las que no esperabas encontrar pero que, afortunadamente, aparecieron en esa parte amable de las ondas. Esas con las que, al paso del tiempo y del vivir ocupan una parte importante de tu vida, en las que confías y a las que consideras una prolongación nada interesada de tu propia vida. Hay personas que pasan por tu vida sin dejar huella, pero hay personas que dejan una huella indeleble, miradas que se entienden, silencios cómplices y palabras entrelazadas que alientan esa amistad que uno elige y que es uno de esos patrimonios inmensamente ricos en el currículo vital. Imprescindibles, no por necesidad sino por deseo.
La verdad es que, haciendo balance, soy afortunada. He encontrado a lo peor, pero he reído las alegrías y llorado las penas con los mejores. He vivido la felicidad de las personas a las que quería, he vivido ascensos y descensos, llorado la vida y la muerte. Y lo mejor es que me quedan muchas por vivir, alegrías y tristezas.
Ahora sólo queda disfrutar de aquellos a los que la vida, Twitter de mis entretelas y Facebook de mi corazón, ha puesto en este camino.
Ya cada uno sabéis el lugar que ocupáis. Bienvenidos. Y adiós.
viernes, 24 de octubre de 2014
martes, 3 de junio de 2014
¡Qué poco nos queremos, compañeros!
¡Qué poco nos queremos, compañeros! Ni tan siquiera cuando tenemos motivos más que sobrados para hacerlo
Estaba oyendo la intervención de Patxi López en el Comité Nacional de esta tarde, en el que se despedía como SG del PSE-EE y casi con lágrimas en los ojos he querido recapitular cosas y sensaciones que quiero compartir con vosotros.
En 40 años no conocí más gobierno progresista que el que presidió Patxi López.
Fueron años de preservar servicios públicos, años en los que la Sanidad siguió siendo universal y gratuita y en la que los mayores siguieron sin pagar medicinas.
Se acabó con las políticas de confrontación, las dianas, las amenazas, los escoltas, la falta de libertad dieron paso a la Paz, a la Convivencia adquirida desde la escuela pública que se llenó de valores y de educación para la ciudadanía, de becas, de sistema de préstamos de libros para que las familias no tuvieran que desembolsar cantidades de dinero de las que ni disponían.
Sobre todo, NO SE DEJÓ A NADIE EN LA CUNETA.
Se revitalizó la economía, fue la etapa en la que se produjeron las mayores inversiones que jamás conoció Euskadi en i+D+I, en revitalizar empresas. Se creó la Mesa de Diálogo Social que evitó miles de despidos y el paro se contuvo mientras en el resto del estado se desplomaba.
"Nunca supieron que era imposible, hicieron volar a los cerdos y conquistaron la paz en este país"
En estos tiempos en los que todo se mide en fontanería, en estrategias, en aparatos y en milongas, yo quiero reivindicar a los que han demostrado que un Presidente de un Gobierno nos puede hacer sentir orgullosos, que podemos levantar la cabeza porque de aquel trabajo, vino la Paz. Nunca la historia agradecerá lo suficiente a Zapatero, Rubalcaba y a Patxi López lo que hicieron para que mis hijas sólo sepan del terrorismo por los libros de Historia. ¿Y sabéis por qué no lo agradecerá lo suficiente? Porque no somos capaces de quedarnos con lo realmente importante, porque no somos capaces de sacar ese orgullo socialista que corre por nuestras venas, porque lo cambiamos por purismos embaucados por otros, porque agachamos la cabeza ante populistas de medio pelo que no hubieran durado ni cinco minutos con mi abuela, orgullosa socialista de raza.
Estamos en el tiempo de cambiar este nuestro partido pero yo levanto la cabeza y digo orgullosa que vi un gobierno socialista en Euskadi del que me siento orgullosa. Que no quiero experimentos, que la gente quiere solvencia y equipos que hayan demostrado hacer bien las cosas. Que estoy harta de los iluminados, de los oportunistas, de los que jamás se equivocarán porque jamás se mojarán.
Reivindico todo. Los aciertos que me hacen sentir orgullosa y los errores que me hacen más sabia.
Hace unos años, vimos cerdos volar. Yo temblaba ese día de la emoción.
Y no me voy a permitir otra cosa que no sea temblar de la emoción de hacer un país justo,
viernes, 1 de noviembre de 2013
Mis muertos
Senderos de ramos de flores adquiridas con las prisas de última
hora y el deseo que ponerlas frescas y lustrosas recordando a los que hoy no
están.
Mis muertos me acompañan cada día. Es una decisión personal.
Para mí no se hallan en un lugar sombrío, frío y cerrado a cal y canto. Están
en cada acción y en cada pensamiento, están en lo que hago.
Con sus partidas aprendí a llorar desconsoladamente y a
gritar lo injusta que es la vida. Aprendí a que hay que cuidar del que queda y
que no somos para siempre.
Mi abuelo me enseñó cómo, aunque el reúma te lleve despacio,
con perseverancia y fuerza de voluntad se consigue todo. Se le paró el corazón
pero nunca se ha ido.
El puto cáncer se llevó a demasiados. Tuve que ver cómo se
marchaban lenta y dolorosamente sin que notaran lo fingida de mi fortaleza.
Siempre la esperanza por encima de la certeza. Nunca estaban peor, siempre
había esperanza en salvar los obstáculos. Siempre hubo cercanía y calidez en
esa maraña de médicos y enfermeras que se desvivían porque no tuvieran dolor o
porque se sintieran mejor. Incluso cuando les mentían para que no se vinieran
abajo y perdieran las ganas de vivir. Todo, la Sanidad Pública hizo Todo lo
posible por ellos. Y por nosotros.
Aprendí a pinchar morfina porque, en aquellos años, la
sanidad rural era entre inexistente y desaparecida y en aquella Galicia de
entonces los kilómetros eran horas de dolor horroroso. Sólo tiemblan las
piernas la primera vez.
Hace pocos meses se me fue el último. Se le partió el
corazón de puro grande, supongo. Llovía como si todas las lágrimas que hubiera
de verter yo desde ese día me cayeran encima. Se hizo noche porque hasta la luz
entristeció. Murió conduciendo. Cuando me metí en ese coche para recoger sus
cosas se me quedaron pedazos allí. Se marchó decepcionado de la política. Me lo decía siempre. No olvidaré las veces
que me dijo que no me apartara nunca de la gente, que intentara ser la mejor
para no perder ninguna oportunidad de aprender. Ni las discusiones. Ni las
visitas de desahogo en las que, una vez ha pasado el tiempo, siempre tenía razón.
Cada vez que el Gobierno toca la Sanidad Pública, mis
muertos me recuerdan que hay que seguir luchando. Cada vez que asestan un mazazo
al estado de Bienestar mi abuela, la que se fue, me recuerda que nunca fue
fácil pero que nadie dijo que la vida lo fuera. Enterró a dos de sus hijos,
muertos por el puto cáncer. La oigo decirme que Felipe trajo la dignidad que la
dictadura arrebató. La recuerdo mirándole embelesada, admirando. La veo
socialista hasta el tuétano. Y yo con ella aprendí a que serlo no es una pose,
es un sentimiento. Es una forma de ver la vida, es verme reflejada en sus
vidas. Es sentir orgullo y desear que mis hijas, que mis nietos sientan lo
mismo por mí.
Porque mis muertos, con sus recuerdos, son míos.
miércoles, 4 de septiembre de 2013
Gracias, gracias, gracias
Hoy siento que debo dar gracias a mucha gente.
Llevo días aguantando insultos y amenazas de un fascista y de
su piara de amigos. Me vais a permitir que no mencione sus nombres. Tendrían más protagonismo del que se merecen. Se disfrazan en
perfiles anónimos para poder vomitar todo lo que, muy probablemente, no
tendrían arrestos de decir de otra manera. Se sienten intocables. Pobres.
De ellos, se ocupará la Guardia Civil y la justicia. Pero
también les tengo que dar las gracias. Han conseguido sacarme una fortaleza y
un empeño que creí aletargado por el trabajo que esta maldita crisis nos
provoca. Ni ganarán, ni pasarán.
Pero, a los y las compañeras, a los y las amigas no tengo
palabras suficientes para agradecerles las muestras de apoyo, de afecto y de
ánimo. A la dirección del partido, a la regional y a la federal. No habéis
dejado ni la posibilidad de que se resquebraje la coraza ante tal profusión de
virulentos ataques. Sólo por eso, merece la pena seguir peleando. Sé que esto
no acaba más que empezar.
Creo que somos cargos públicos para algo más que subir y
bajar impuestos. Lo somos para preservar valores y para hacer lo que llevamos
en nuestro ADN ideológico. Observo con
espanto la proliferación de perfiles fascistas emponzoñados en la más aberrante
práctica de destacar de los demás
soltando la burrada más grande. Mal que no mejora, empeora. De la gripe
aviar a una especie de gripé avícola y tics nerviosos que hacen levantar puños
para emular al dictador. Y de ahí en adelante demostraciones obscenas de la
fascistoide necesidad de justificar muertos en la cuneta o ejecuciones de la
dictadura.
Al amparo de un gobierno disciplente con las “travesuras y gamberradas”
de quienes pintan canas, salen de las madrigueras al albur de un oscuro
anonimato en el que no desentonar entre los suyos. Golpes de un patriotismo más
falso que un Gucci “Made in China” y que usan la bandera más como ala de
avestruz para esconder la vergüenza que de símbolo de honestidad patria.
Soy ROJA. Estoy orgullosa de serlo. Y para desgracia de
quienes hacen ímprobos esfuerzos, pienso ejercer con todas mis ganas aquello de
la Igualdad, ¿habéis leído bien?, Igualdad. Democracia, Derechos y Convivencia.
No cabe rendirme. No lo voy a hacer. Quiero que quien amenaza
de muerte acabe en la cárcel. Tolerancia cero contra la violencia.
Gracias. Os debo seguir intentándolo.
martes, 21 de mayo de 2013
Padre Nuestro de una atea. Dedicado al PP.
Harta de que cada día el cúmulo de noticias sea una consecución de actos cada vez más cercanos al franquismo que al siglo XXI. Harta de ver cómo acaban con lo que a muchos les costó la vida conseguir e inquieta porque si les dejamos, dejarán un mundo peor para nuestros hijos.
Harta de estar gobernados por trajes comprados por sobornos, por dinero sucio, por sátrapas con la misma catadura moral que una hiena y que se dan golpes eclesiásticos de pecho porque se creen que la pila de agua bendita -agua de Solares puesta en una pila de frío mármol- lava tanta miseria y blanquea sus sucias vidas.
A aquellos que les importa más lo que diga la Iglesia que la ciudadanía, les dedico este Padre Nuestro con el mismo cariño con el que ellos miran a quienes peor lo pasan en esta crisis. Ninguno.
PP nuestro, que estás en el gobierno
sacrificado ha sido el país
venga a nosotros tu miseria moral
hágase tu repugnante fascismo
en nuestros cuerpos y en nuestras aulas
nos quitas el pan de cada día para cebar cerdos
y pretendes que te alabemos
nosotros jamás olvidaremos a los que nos ofenden
y caeremos en la tentación
de librarnos de vuestro mal.
Amén –laico, eso sí-.
martes, 30 de abril de 2013
Cuando reconvertir a un gay mata a un chico de 15 años. Maltratadores con pedigrí
Con las tripas revueltas, los
pelos de punta y el corazón latiéndome a tal velocidad que podría ganar él
solito una maratón.
Así me he quedado tras leer la noticia del asesinato de un joven de 15 años al que sus padres enviaron a un campamento para “hacerle hombre”. Quien tenía que lograr tal mezquino objetivo ya había matado antes por “la causa”. Pero siguió esforzándose en hacer de la muerte de los chavales gay la peor de las torturas posibles: dejarles de morir de hambre, electrocutados, apaleados y vejados hasta límites mortales.
Así me he quedado tras leer la noticia del asesinato de un joven de 15 años al que sus padres enviaron a un campamento para “hacerle hombre”. Quien tenía que lograr tal mezquino objetivo ya había matado antes por “la causa”. Pero siguió esforzándose en hacer de la muerte de los chavales gay la peor de las torturas posibles: dejarles de morir de hambre, electrocutados, apaleados y vejados hasta límites mortales.
Sucedió en Sudáfrica pero podría
suceder en cualquier lado del mundo. También en esta España nuestra invadida
por la “sotanización” de la política y por la mezquindad y el integrismo de
quien viste esos faldones donde esconder miseria moral hedionda.
No hace tanto que Durán i Lleida
promulgaba este tipo de ideas de “reversión” de la condición sexual de personas
cuya orientación sexual no es la suya. Terrorífico en un representante público
que juró respetar la Constitución y los derechos que allí se recogen para todos
los ciudadanos y ciudadanas en la misma medida. Con sus derechos y su libertad
a decidir a quién amar o cómo vivir su sexualidad.
Que en el siglo XXI haya que
escuchar noticias de este tipo, dice bien poco de la evolución mental de algunos
seres que se quedaron en la fase previa del Australopitecus.
Las religiones se han convertido
en extremismos porque sólo así perviven en su falaz e ingente negocio de
seguirse enriqueciendo a costa de quienes sí creen de verdad en el Más Allá.
Y España no está libre de que
estos terribles acontecimientos puedan suceder. Sólo hay que escuchar al Ministro
de Interior decir que los homosexuales pueden provocar la extinción de la raza
humana. Si la persona que vela –o que supuestamente vela- por nuestra seguridad
piensa así, ¿qué nos hace suponer que en algún momento no prevalecerá su
integrismo al respeto más intrínseco de la ley? Tampoco ayuda el obispo de
Alcalá con su continua sucesión de declaraciones estultas en las que pareciera
dar a entender que se dedica a practicar “labor pastoral” en todos los clubes
de alterne de la noche madrileña habida cuenta de su conocimiento de quiénes y
cómo trabajan en ellos. No sabemos si en ese sacrificio en pro de la
evangelización habrase levantado la sotana o simplemente habrá genuflexionado
las rodillas intentando comunicarse con el “todopoderoso aparato que lleva a la
gloria” pero lo cierto es que en menos de dos metros de altura no se puede ser
más retrógrado y animal –y que me perdonen las jirafas-.
En este país de porteras en el
que nos interesa más saber con quién se acuesta Pepe y Juan que saber si
podremos llevarnos un mendrugo de pan para comer, esta raza de parásitos son
sotana que sólo se alimentan de nuestras energías y dinero, encuentran el campo
bien abonado. Como la mejor de las bacterias.
Por buscar una cosa buena, decir
que esto tiene cura. Despojar de todo privilegio a quienes sólo han trabajado
para expoliar nuestras vidas para que, esta vez sí, tengan tiempo para la
oración.
Aviso: esta noticia es muy dura para las personas que aún tienen algo de sensibilidad
domingo, 30 de diciembre de 2012
Fin de año. Feliz 2.013
Acaba el año 2.012 y toca echar
la vista atrás para hacer balance. No ha sido un buen año.
Mucho dolor, rabia y decepción.
Por lo que hicieron los que prometieron el chocolate del loro pero quizás
también por lo que no supimos hacer nosotros.
Ha sido un año duro en la gestión
municipal. He puesto todas las tiritas que he podido a las heridas que quien
prometió velar por las personas, los ha puesto al borde del risco de la
desesperación.
También vi la sonrisa de Laura
con su nueva silla, a Modesta y Nemesio bajo el techo y el calor de la
Residencia de Ancianos porque hay quien vela por las personas más allá de las
cifras frías de un negocio. Sus sonrisas, el mejor de los premios.
La crisis no son las macro cifras económicas con las que nos intentan vender esta estafa. La crisis tiene caras y
tiene víctimas inocentes de toda esta desgracia. Y son, además, las más
apaleadas. Sus desgracias son las que ceban a los cerdos.
Comienza el 2.013 con visos de
más desesperanza y dolor. Pero me niego a bajar los brazos y dejar de luchar. Se
lo debo a demasiada gente. A las personas a las que represento, a las que no, a
mis hijas porque me niego a dejarles un mundo peor que el que su madre vivió, a
mi abuela porque luchó casi 90 años para vivir mejor que su madre. A aquellos a
los que mi fuerza y acción pueda llevar un poco de esperanza. Lo bueno de esta
lucha es que siempre voy acompañada. Y llevo conmigo a los mejores, a los que
me ponen los pies en la tierra y me sacuden cuando decaigo. Con los que lloro y
río. También llevo a los mediocres, es verdad, pero cuanto peores son, más realzan
las cosas buenas de la buena gente.
Mi propósito es no rendirme.
Seguir peleando por lo que creo con la misma vehemencia y con la misma lealtad.
No callarme ante ninguna injusticia y luchar contra ellas. Seguir peleando para
que la solidaridad sea sustituida por justicia social y la caridad por la
igualdad. No importa lo negro que lo dibujen, siempre que llovió, escampó.
También escribir más en este blog
y sacar fuerzas para escribir más en los medios que tengo un poco abandonados.
Prometo cuidar a mis amigos e
ignorar a mis enemigos, seguir admirando a las personas que hacen que cada día
aprenda una cosa más, reír, llorar y enfadarme y, sobre todo, a seguir siendo
yo misma con mis defectos y mis virtudes.
Feliz 2.013. Luchemos porque sea
nuestro año, no dejemos que nos lo arrebaten.
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